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Gobierno populista en Italia I: Inmigración y Contradicciones

12 / 6 / 2018 – Artículo publicado previamente en el blog “EE.UU. y mercados emergentes” de CincoDías.com

 

El primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, dijo la semana pasada que su nuevo gobierno es “orgullosamente populista y anti-sistema”, ya que esbozó una visión radical, aunque no específica, para revisar su sistema migratorio, renegociar su relación con Europa y acercarse a Rusia. Sobre la inmigración, España acaba de echar una mano a Italia, al acoger a 600 procedentes de Libia que, el 12 de junio de 2018, el gobierno formado por un partido de extrema derecha (Liga Norte) y otro de extrema izquierda (Movimiento 5 Estrellas) pretenden gobernar juntos.

El Sr. Conte dijo que el nuevo gobierno “trajo un cambio radical del que estamos orgullosos”. La etiqueta “populismo”, dijo, “significa ser anti-sistema y anti establishment“. Un tanto naif para mi gusto, pero llevo una semana trabajando en Italia y, como en los últimos treinta años, no he visto cambio alguno, ni en el comportamiento de las personas ni en las fachadas de las casas, sea Roma, Milano, Turín o Florencia. Los gobiernos cambian, pero el impulso a la economía de la posguerra gracias al Plan Marshall dura hasta nuestros días. España aparece mucho más moderna y remozada.

Conte, un abogado poco conocido cuyo debut en el escenario nacional fue presentado con una larga lista de problemas, que incluyen la mafia, los conflictos de intereses, el lento sistema de salud de Italia, su burocracia bizantina, trabajo mal pagado, el desempleo juvenil, las pensiones, el medio ambiente, la fuga de cerebros, el sobreprecio de los productos sin sentido y casi todos los males de la sociedad italiana, que se remontan a 1946. Eso, dejando aparte el currículum vitae “poco cierto” del primer ministro…

A este respecto, Conte dijo en el Senado: “Como se sabe, no tengo ninguna experiencia política previa. Pero haré una agenda populista apoyada por los dos partidos que una vez fueron rivales”

Flanqueado por sus dos poderosos viceprimeros del Movimiento Cinco Estrellas anti-establishment y la Liga Norte antiinmigrante, el propio Conte se mostró “agradecido” por haber sido elegido como primer ministro y “haber renunciado a sus legítimas ambiciones personales”.

No estaba claro -el cinco de junio; hoy, doce de junio sí está claro- cuál o quien era el poder detrás del nuevo gobierno, pero Conte se atuvo al guión en su primer discurso sustancial al país y ahora lidera el país nominalmente. En Italia las cosas, a mi entender, nunca son lo que parecen. Conte quiere poner en marcha para todos los ciudadanos herramientas basadas en la web para que haya una “democracia directa”, un principio clave del Five Star Movement, que nació y se desarrolló en la web. El Parlamento, un modelo anterior de democracia representativa, “también nos ayudará”, dijo. Lamentó los pecados del capitalismo moderno y la desigualdad social. Aseguró a los italianos y a la Unión Europea, que se quedarían en su “hogar”, Europa, y que dejar el euro “nunca estuvo en discusión”.

Después de su discurso, la Bolsa y los bonos reaccionaron ante el hecho de que Conte dijo que estaba “seguro de nuestro poder de negociación” con Bruselas, que le exija reduzca su deuda pública y su déficit público, cosa que sí ha hecho España en los últimos siete años e Italia, no.

Italia, dijo, reducirá su abultada deuda pública, pero “queremos hacerlo aumentando nuestra riqueza, no a través de las medidas de austeridad”. Tras estas palabras, se hundió la bolsa…

Conte habló de las relaciones exteriores, para dejar clara la santidad de la relación de Italia con los Estados Unidos y la OTAN”, antes de agregar: “¡Cuidado! Seremos los defensores de una apertura hacia Rusia”. Más motivos para que la bolsa se estampara…

El domingo pasado, en el norte de Italia, George Soros, el multimillonario gestor de fondos y donante demócrata norteamericano, acusó a Matteo Salvini, el líder de la Liga Norte y verdadero poder en la sombra como vicepresidente y ministro del Interior, de recibir dinero de Rusia. Soros no ofreció ninguna prueba (excepto que a Salvini le gusta vestir una camiseta con la cara de Putin estampada) y Salvini, que no oculta su admiración por el presidente Vladimir Putin, ha negado durante mucho tiempo la acusación.

Inmigración

Conte no pudo arrojar luz sobre cómo evitaría que los inmigrantes salgan de Italia o si expulsaría a los que ya están viviendo en el país. La primera prueba de fuego ha sido el barco con 600 de ellos que España sí ha acogido el 12 de junio de 2018.

Sobre la crisis migratoria. Conte dijo que los costes de la inmigración debían distribuirse por igual y que países más ricos, como Alemania, deberían aportar más fondos para lidiar con el problema. Para ello, dijo “he mantenido conversaciones más recientes con la canciller de Alemania, Angela Merkel”. La misma que ahora se enfrenta al furor de su opinión pública, porque, en habiendo dejado entrar libremente y sin control a un millón doscientos mil inmigrantes musulmanes, en su mayoría árabes, ahora se encuentra encima de la mesa con violaciones, robos y atentados terroristas islamistas.

Conte reiteró uno de sus focos favoritos de la campaña electoral: según él, “muchas personas inmigrantes se están aprovechando del sistema para lucrarse. Vamos a detener el negocio de la inmigración que ha crecido desproporcionadamente, bajo el paraguas de la solidaridad falsa”, dijo.

Esto complació visiblemente a Salvini, el ministro del Interior, quien o estaba sentado a su izquierda. El desconocimiento de los inmigrantes ha sido el principal problema de Salvini. El domingo pasado, visitó el centro de recepción de inmigrantes en Sicilia y dijo, hablando de inmigrantes de Túnez, “estos inmigrantes no huyen de guerras, epidemias, hambrunas o pestilencia: Túnez nos está exportando convictos”. Estos comentarios, llevaron al Ministerio de Asuntos Exteriores de Túnez el lunes -ayer- a convocar al embajador italiano en protesta porque, durante el fin de semana los naufragios mataron a un centenar de inmigrantes en el mar Mediterráneo, lo que provocó la reacción de los inmigrantes que viven en Italia, que dijeron que estaban siendo explotados e incluso tratados como esclavos en Italia. Salvini se mantuvo en sus trece. En el Senado, el ex primer ministro Matteo Renzi puso el dedo en la llaga dejando claro que “usted, señor Salvini, hoy es el poder, el gobierno, el establishment”.