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La crisis económica y financiera italiana es profunda, como saben los bonos y las bolsas

13 / 6 / 2018 – Artículo publicado previamente en el blog “EE.UU. y mercados emergentes” de CincoDías.com

La crisis política de Italia está sacudiendo a los mercados financieros. La sugerencia del Movimiento Cinco Estrellas y La Liga Norte de querer abandonar el euro ha sacudido las mentes y corazones de los inversores este junio de 2018.

A los mercados financieros no les gusta la incertidumbre. Gracias a los políticos de Italia, en los últimos días han tenido mucha inseguridad. El mes anterior, mayo, los mercados de valores habían estado sumidos en la confusión durante días, mientras había disputas entre los populistas gobernantes y el presidente del país, que había rechazado la elección de los partidos ganadores de las elecciones de un economista euro escéptico como ministro de finanzas. Al final, los políticos han tranquilizado a los mercados y éstos, a su vez, han vuelto a la calma… “chicha”… Como siempre, en Italia.

Italia vive en estado de perenne crecimiento económico lento y su deuda pública -de 2,3 billones de euros- equivale al 132% del PIB. El drama volvió a despertar preocupaciones (dejadas de lado temporalmente) sobre esos dos serios problemas y el miedo profundo de que el tercer miembro más grande de la zona del euro podría estar escabulléndose hacia la salida, como le pasó a Grecia desde 2010. Los rendimientos de los bonos a diez años aumentaron, aunque de forma menos espectacular que en ocasiones previas. Los rendimientos de los Bunds alemanes, los bonos del gobierno más seguros de Europa, disminuyeron.

Los precios de las acciones cayeron. Los bancos en Italia, titulares de bonos del gobierno por importe de 600.000 millones de euros, fueron los más afectados. UniCredit, la más grande entidad financiera del país, cayó un 9,2% en bolsa e Intesa Sanpaolo, la número dos, perdió un 7,2% de su valor entre el 28 y 29 de mayo. Las acciones de otros bancos europeos también fueron vapuleadas. Las preocupaciones se extendieron por el Atlántico. El índice S & P 500 retrocedió un 1,2% el 29 de mayo, y los bancos lideraron nuevamente el descenso. El rendimiento de los bonos del Tesoro a diez años cayó del 2.93% al 2.77%, la mayor caída desde el día posterior a que los británicos votaran a favor del Brexit en junio de 2016.

El rendimiento de los bonos a dos años de Italia está por debajo del 7,6% alcanzado en noviembre de 2011, en las profundidades de la crisis previa de la zona euro. Antes ya habíamos empezado a sufrir los efectos de la crisis financiera y económica norteamericana (2007-2009) y la posterior recesión económica europea que derivó en una fuerte crisis de deuda. El efecto financiero negativo en la zona del euro y los propios problemas del euro alcanzaron el nivel más alto este año, el pasado 29 de mayo.

También es poco probable que los extranjeros hayan sufrido la caída de los precios de los bonos (el corolario del aumento de los rendimientos). El enorme mercado de deuda pública de Italia le da un peso decente en los índices mundiales de bonos: los inversores extranjeros, viéndolas venir, habían reducido posiciones con antelación. Analistas financieros estiman que la exposición de los bancos fuera de Italia ha caído casi a la mitad desde 2009, hasta los 133 billones de euros.

La escalada de rendimientos aún no ha amenazado la sostenibilidad de la deuda de Italia. El 30 de mayo, Italia vendió un total de 5.600 millones de euros en bonos a cinco, siete y diez años, con rendimientos del 2,32%, 2% y 3%, respectivamente. El cupón promedio de 3.4% sobre el stock de deuda existente. Y, con respecto al vencimiento promedio más largo de los bonos italianos, los analistas estiman rendimientos de, al menos, 4-4.5% durante varios meses, antes de que los pagos de cupones sean más altos, lo cual podrían hacer que la deuda sea insoportable. Parece inimaginable, pero ya vimos lo que pasó en Grecia o en Islandia.

Esa posibilidad es una de las razones del Banco Central Europeo (BCE) que, por lógica, es una pesadilla para los populistas italianos. En el marco de su programa de alivio cuantitativo, el BCE compró bonos italianos por valor de 340.000 millones de euros. En efecto, ha sido un comprador dispuesto ya que los extranjeros han renunciado.

Para los Estados Unidos, o para el gobierno populista que deshizo las reformas recientes de los gobiernos de Romano Prodi, Mario Monti, Enrico Letta y Matteo Renzi, se abrieron las puertas del fisco y otros gobiernos se acogieron a la benevolencia de Bruselas o de Frankfurt (es decir, Berlín o, lo que es lo mismo, Angela Merkel, cuya paciencia parece tener límite). El problema eterno de los bancos italianos es que -como, a modo de ejemplo le sucede a Monte dei Paschi di Siena-, todavía están en la UCI. La carga de los préstamos incobrables, aunque reducida, sigue siendo pesada.

La partida de la zona del euro sería impensablemente costosa tanto para Italia como para la eurozona. Como cuando Argentina fue abandonada a principios de 2002, el valor de los depósitos bancarios de los italianos se desplomaría. Italia no es Grecia (gracias a Dios), en ese punto Italia está mucho mejor. Pero tampoco es Grecia, porque la economía italiana es mucho más grande que la griega, lo que la convierte en peligrosa para el resto de países de la zona euro.

En 2012, Mario Draghi, el presidente del BCE, reprimió la crisis que parecía probable que destruyera el club de divisas, diciendo que el BCE podría hacer “transacciones monetarias directas”. Pero esto apenas le da a Italia un pase libre. Lo que anunció Draghi está pensado para circunstancias extremas. Matteo Renzi había negociado un acuerdo con las instituciones europeas: ayuda a cambio de reformas. Su gobierno duró poco. Grecia ha estado trabajando bajo un régimen similar, pero mucho peor porque la Troika les controla a los griegos hasta el número de vasos de agua que beben a diario.

Parece improbable que los populistas de Italia (Liga Norte, extrema derecha; Movimiento Cinco Estrellas, extrema izquierda) se presenten voluntariamente en Bruselas para pedir ayuda.