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En defensa de la salud -y su privacidad- de Hillary Clinton

13 / 09 / 2016 – Artículo publicado previamente en el blog “EE.UU. y mercados emergentes” de CincoDías.com

Hillary Clinton se mareó el 11 de septiembre, en Nueva York; fue trasladada al apartamento de su hija Chelsea, a tres manzanas de distancia de la Zona Cero. Allí, Hillary estuvo una hora y, después, salió a la calle sonriente diciendo que se encontraba muy bien.

Sus enemigos políticos llevan años -desde la caída y golpe en un avión en que se sufrió un ictus cerebral- descalificando a Clinton como posible presidenta debido a su salud. En esta ocasión, la campaña de Clinton dice se trata de una neumonía y, en unos días hará público un informe médico. Mientras, Clinton, ha cancelado algunos actos electorales y mantenido otros, pero bajando el ritmo.

Cada vez que un candidato electoral, en América, se acerca a los setenta años, su salud es objeto de escrutinio. El presidente/a debe estar en plena forma física y mental para sobrellevar las cargas del cargo, el estrés y la tensión máximos. Sucedió con George Bush padre, antes con Reagan -que hacía bromas sobre ello: “no me aprovecharé de mi edad para descalificar a mi joven oponente por su inexperiencia”, decía on sorna, con Mc Cain y ahora con Hillary Clinton. No así con Trump, un año mayor que Hillary pero que parece un tanque que arrasa con todo.

Duele ver en ciertos medios y ver a analistas y comentaristas políticos que odian a los Clinton criticar a Clinton por su salud. Bastante mérito tiene ella con someterse al rigor duro de una campaña electoral, tras medio siglo bregando contra corriente. Los ataques son oportunistas y mal intencionados. “No juzguéis y no seréis juzgados, perdonad y seréis perdonados…”