Blog

G20 y crecimiento económico: Xi-Jinping, hoy, parece Obama en 2009

5 / 09 / 2016 – Artículo publicado previamente en el blog “EE.UU. y mercados emergentes” de CincoDías.com

A principios de 2009, cuando Obama tomó posesión como presidente, asumió que Estados Unidos no podía, por sí sola salir de la recesión económica de origen financiero en que se encontraba. Consciente de que, con sus propias palabras de entonces, que publiqué en mi obra “Obama y el liderazgo pragmático” (Profit, 2010), “vivimos en un mundo multipolar en el que no hay una única potencia económica o miliar” Obama se lanzó con fuerza a aunar esfuerzos con las otras grandes economías del planeta.

¿Objetivo? Coordinar políticas monetarias y fiscales, así como reformas que impulsaran el crecimiento. Obama optó entonces, como primera economía del planeta con el 25% del PIB mundial por empequeñer el papel del G-8 y, en cambio dar mucho más protagonismo al G-20, donde estaban -y están- los países emergentes que, entonces, eran los “reyes del mambo” y aun no sentían los zarpazos de la crisis. China, Rusia, Brasil…, que hoy lo pasan mal con la reducción del comercio internacional y el bajón del precio de las materias primas, entonces aparececían como la tabla de salvación para el mundo.

Lo que pasó es conocido por todos. En abril de 2009, en Londres, Obama dio ese primer paso de intentar aunar esfuerzos en el seno del G-20 y, al mismo tiempo, impulsar el Diálogo Económico y Estratégico con China. Las cosas no salieron como Obama quería: Estados Unidos optó por políticas expansionistas, libre comercio, impulso de las tecnologías de la información o TIC para ganar en competividad y productividad, una política monetaria laxa, bajón de tipos de interés para estimular el crédito y compra de deuda pública e hipotecaria por parte de la Reserva Federal. Por el contrario, la Unión Europea adoptó políticas de austeridad y tardó cuatro años en tomar medidas monetarias desde el Banco Central Europeo. Los países emergentes, dejados llevar por su temporal “hubris”, fueron cada uno por su cuenta.

La resultante final ha sido la siguiente: siete años después, Estados Unidos crece al 2,6%, su tasa de paro es del 4,9%, ha creado 15 millones de empleos y apunta a un crecimiento del 3% en PIB, gracias al New Deal de Obama. La Unión Europea, con sus políticas de austeridad, crece, aún al 0,3%, los países periféricos son sostenidos por los centrales y más fuertes y Reino Unido, con el Brexit, abandona la Unión.

Los países emergentes, los BRIC, están o en recesión o en franca desaceleración. Rusia decrece al 3,5% y Brasil lo hace al 6% real. China, que necesita no menos del 7% de crecimiento para no entrar en recesión, crece al 6%.

Así las cosas, la reunión del G-20 en China se ha convertido en tres cuestiones: por un lado, Obama -a punto de acabar su mandato y pasarle el testigo a Hillary Clinton- y China acuerdan implementar el Acuerdo de París para reducir emisiones y revertir el cambio climático; entre ambas potencias, generan el 40% de la contaminación mundial. Por otro lado, Estados Unidos, Rusia y Turquía, en todo tipo de reuniones, centran su atención en solucionar el conflicto de Siria.

Y, por último, queda Xi-Jinping, abandonado a su suerte, pidiendo que le presten atención, para aplicar las mismas políticas que Obama, a escala mundial intentó poner en marcha en abril de 2009. China está a punto de caer en la recesión, por lo que le va la vida en ello.

Pero Xi-Jinping no es Barack Obama.