9 / 09 / 2016 – Artículo publicado previamente en el blog “EE.UU. y mercados emergentes” de CincoDías.com
En Estados Unidos, suele decirse que, tras el “Labor’s Day Weekend”, del fin de semana pasado, la campaña electoral presidencial empieza de verdad. En España, nos soprende, porque si nuestras campañas parecen largas, las norteamericanas empezaron en la primavera de 2015. El verano ha estado plagado de mítines y entrevistas en televisión. Previamente, se habían celebrado las primarias, con debates televisados. En Estados Unidos los debates tienen, desde los que celebraron Kennedy y Nixon en 1960, una gran importancia: la audiencia es grande y el resultado del debate afecta a la estimación de voto. Habrá cuatro debates: 3 entre candidatos presidenciales y uno entre posibles vicepresidentes.
El tema que más importa a los norteamericanos es la seguridad nacional. Después vienen la economía y las relaciones de Estados Unidos con el mundo. Es la primera vez en décadas en que la seguridad nacional ocipa el primer lugar en la mente de los ciudadanos. Hasta ahora, solía serlo la economía. Pero ésta, está encauzada y la tasa de paro está en mínimos históricos, rozando el pleno empleo. En cambio, los continuos ataques terroristas en suelo americano y el miedo a que se repitan, preocupa -y mucho- a la gente de a pie. Para solucionar esta cuestión, aunque su popularidad esté bajo mínimos -y la del presidente Obama en máximos históricos desde enero de 2009-, los americanos tienen dos opciones entre las que elegir: una dura Hillary Clinton a quien no le tiembla la mano “coger el teléfono a las 3 de la madrugada para resolver una crisis nacional”, como en el famoso anuncio de las elecciones de 2008, y un alegre Donald Trump que no para de preguntarse en público para qué tiene América armas nucleares si no es para usarlas.
Sobre economía, Hillary Clinton ya ha desglosado su programa económico, que es un “Obama 3.0”, corregido y aumentado pero, que todos hemos visto, ha dado resultados. Máxime cuando los países emergentes están recesión, la zona euro apenas crece y los Estados Unidos acabarán en un 2,6-3% de crecimiento económico en PIB y una tasa de paro cercana al 4,5%, en diciembre de este año. Inversión pública, infraestructuras, TIC, educación, energías limpias forman parte del programa económico de Clinton.
De Trump solo sabemos dos cosas, en cuanto al futuro manejo de la economía: “soy el mejor empresario del mundo y seré el mejor presidente” y “seré el mejor presidente para generar empleo que haya creado Dios para Estados Unidos”. Palabras textuales. Que Dios, precisamente, nos coja confesados.
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